sábado, 2 de mayo de 2009

LA RUEDA DE LA FORTUNA

La Rueda de la Fortuna

Movimientos, cambios en la vida. Transformación. Solución a la vista. Carta de oportunidad en la suerte. La Rueda de la Fortuna en giro perpetuo, llevando a las personas y sus destinos hacia arriba y hacia abajo. Los tres personajes son los instintos animales que se purifican o no según asciendan o desciendan con los giros de la rueda. El cuerpo azul del superior significa que ha dominado sus ambiciones terrenas.

Su forma circular y su manivela nos indican su primer significado: el final de un ciclo y la espera de la fuerza que pondrá movimiento el cielo siguiente. La Rueda de la Fortuna está claramente orientada hacia el cierre del pasado y la espera del futuro. El lugar que ocupe esta carta en una lectura permitirá decir si un aspecto de la vida pide ser concluido para dejar paso a un aspecto, o si una nueva época ya está empezando. Si se decide analizar esta carta como un fracaso, es para descubrir que el fracaso no es el final de todo, sino una posibilidad de reconversión: un cambio de camino.

El centro de la rueda se ve el símbolo del misterio divino. Mientras que los elementos externos que influyen en la rueda (los 3 animales) llegan a través de sus maniobras, a la inercia, el centro es el punto a partir del cual puede producirse el cambio.

La Rueda de la Fortuna es llegar a la unidad a través de la realidad. Se puede ver en los tres sujetos una visión del intelecto que aspira ascender, con su tendencia a girar alrededor de sí mismo y su dificultad para escuchar. El ser de arriba representa la vida emocional y los dos de abajo simbolizan la sabiduría. El corazón que forma la capa del sujeto superior se representa como elemento que puede unir o inmovilizar la vida espiritual y la vida animal. A menudo es un enigma emocional, un núcleo afectivo sin resolver que bloquea la acción vital del consultante. Las cinco puntas de la corona de la esfinge de arriba remiten la 5º esencia del ser esencial, la conciencia capaz de unir las instancias dispares del ser humano como al pulgar une los dedos de la mano. El suelo parece llamar a las profundidades, hacia una búsqueda de sí mismas en las aguas. Al descender a lo más profundo de nosotros mismos, en la aceptación de nuestro inconsciente, podemos encontrarnos con el Dios interior y emerger como seres iluminados. En este sentido el centro de la rueda representa a la vez el lugar de la parada, el núcleo del problema y el del posible movimiento, la llamada del despertar ante el tesoro interior. Clarividencia; poder unir el esfuerzo material descendente al esfuerzo intelectual ascendente.

La actividad material, emocional e intelectual sostiene el cielo vital.

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