sábado, 2 de mayo de 2009

EL ERMITAÑO


El Ermitaño

En la soledad busca la verdad. Evidentemente no es alguien muy alegre, pero si se siguen sus consejos se llegan a realizar los proyectos, no inmediatamente. Puede representar a un hombre mayor, el consejero de los reyes. La escasa proporción del rojo señala las pasiones controladas por la razón y la búsqueda de sí mismo.

En la soledad busca la verdad. La luz de la lámpara, parcialmente oculta, la humildad y la prudencia. Su bastón recoge las energías telúricas de la tierra. El Ermitaño termina activamente su relación con el antiguo mundo y se vuelve receptivo a un futuro que ni domina ni conoce. Representa un poso hacia lo desconocido. Representa tanto la máxima sabiduría como un estado de crisis profunda.

La lámpara también es considerada como símbolo del conocimiento. La alza iluminando el pasado como un hombre de experiencia, un sabio o un terapeuta. Esta luz podría ser un conocimiento secreto, reservado a los iniciados, o por el contrario una fuente de sabiduría ofrecida a los discípulos que la buscan. El Ermitaño alumbra el camino, o quizá señala con esta linterna a la divinidad. Las ropas suelen atribuir a cierta frialdad de la sabiduría, a la soledad interna del iniciado. También se pueden ver en ello las “capas” de lo vivido, así como las numerosas rayas que sombrean sus ropas pueden interpretarse con la marca de su gran experiencia. Su espalda encorvada contiene toda la memoria de su pasado. Dos medias lunas, una en su nuca y otra en el reverso de su manto, indican que es un ser que ha desarrollado en sí mismo cualidades receptivas. Se puede ver en el pliegue de la mano que sostiene la lámpara unas caderas y un pubis de mujer en miniatura, señal de su feminidad o de que quedan en él algunos deseos carnales.

Las arrugas en su frente renuevan el mensaje de actividad mental. Su mirada perdida en la lejanía, su cabello largo y su barba: símbolo de que perdió su apego a la materia.

El bastón está recorrido por una onda, ha recobrado vida, el camino ha sido andado, y la labor llevada a cabo. Su manto azul símbolo de humildad, de su conciencia lunar y receptiva. La parte interior evoca toda la experiencia vivida, no teórica sino orgánica, de un ser que ha aprendido las lecciones de su propio camino.

A la vez pobre y rico, habiendo conocido la muerte y el renacimiento, hace un llamamiento hacia nosotros que puede ser eterna y nos incita a vivir la crisis con valentía, a avanzar sin saber hacia dónde.

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